martes, 31 de mayo de 2011

TETRALOGÍA DE LOS ELEMENTOS



Cansado de fluir en soledad, hoy el viento nos llega con la compañía de sus hermanos y congéneres elementales, de los que viene a traernos el recuerdo de su tacto, su olor, y su sonido. Y también de sus nombres, cuya invocación todo lo ha podido desde el principio mismo de la Creación. Hoy hablamos de los Cuatro Elementos.

Existe una idea generalizada en Occidente de que la creencia acerca de que el mundo estaba compuesto de cuatro sustancias básicas, a saber: el aire, el fuego, la tierra y el agua, procede de la Antigua Grecia. Lo cierto es que esta concepción no es exclusiva de los helenos, porque en todas las culturas antiguas, y en todos los continentes, existe una creencia perecida. Lo cual nos lleva a pensar que se trata de una tradición surgida entre los seres humanos desde una época muy remota.

Empédocles
En su intento de comprender el mundo que le rodeaba, la Humanidad primitiva asoció el concepto de elemento de la naturaleza a los diferentes estados de la materia. Así la tierra representa a todo lo sólido, el agua a todo lo líquido, el aire a lo gaseoso, y el fuego al plasma. En el siglo V a.C., el filósofo Empédocles reunió toda esta vieja concepción, y elaboró la teoría de que toda la naturaleza estaba compuesta por estos elementos, y en su distinta mezcla, cantidad y proporción, daban lugar a todas las sustancias conocidas. Un siglo más tarde, Aristóteles añadió a estos elementos un quinto, al que llamó éter, o quintaesencia, del que estarían formadas las estrellas.

La existencia de un quinto elemento intangible también es común a todas las culturas, y se suele asociar al espíritu o energía primigenia. De ahí que el número 5 sea considerado por muchos pueblos como un número asociado a la divinidad. En la cultura maya, por ejemplo, era un número sagrado que simbolizaba al dios del maíz, y para los pitagóricos se asociaba con la esencia vital.


El Pentáculo es una figura que enlaza los cuatro elementos, más el quinto, y que se usaba como talismán 

El símbolo masónico de la escuadra y el compás forma una estrella de seis puntas y representa la unión del Cielo y la  Tierra 

En las representaciones gráficas del Universo, los cuatro elementos también están asociados a los puntos cardinales. El Norte se asocia con la tierra, el Sur con el fuego, el Este con el aire, y el Oeste con el agua. Como ya vimos en un artículo anterior, los mandalas, o representaciones del Universo, aunque se suelen asociar a la cultura budista, aparecen, de alguna u otra manera, en toda la simbología religiosa de las distintas culturas.
Imagen comparativa de una cruz celta y un mandala tibetano: ¡clavaditos!

La visión aristotélica del mundo poco cambió durante la Edad Media. E influida por las tradiciones hebrea e islámica, dio lugar a la aparición de la Alquimia. Los alquimistas sustentaban la creencia de que, puesto que todas las sustancias estaban formadas por los cuatro elementos, se podría, a partir de cualquiera de ellas, cambiar su composición y convertirla en oro, el más valioso de los metales. Durante siglos, intentaron encontrar, infructuosamente, una sustancia, la piedra filosofal, que transformaba las sustancias que tocaba en oro, y a la que atribuían propiedades maravillosas y mágicas. Los árabes, a la piedra filosofal la llamaron al-iksir y de donde deriva la palabra elixir.

Empeñados en fabricar oro

Aunque los esfuerzos de los alquimistas fueron en vano, su trabajo no lo fue, porque descubrieron nuevas sustancias y cientos de compuestos hasta ese momento desconocidos, y sentaron las bases de la Química. El último gran alquimista, en el siglo XVI, fue el suizo Paracelso. Este médico también entendía que la salud representaba el equilibrio de los cuatro elementos dentro del cuerpo humano, y la enfermedad se producía por el exceso de alguno de ellos. Así, la erisipela vendría provocada por un exceso de fuego, o la hidropesía a un exceso de agua. Entendía que el tratamiento de las mismas iba encaminado a restituir el equilibrio perdido.

Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim Paracelso
— ¿Para qué...?


A partir del siglo XVII, con el surgimiento del racionalismo hizo caer en decadencia los principios alquímicos, y surgió la idea de elemento químico, definida como aquella sustancia que no puede ser descompuesta en otra más simple. Desde entonces, la Química se ha encargado, mediante el método científico, de descubrir nuevos e importantes principios fundamentales de la materia, al tiempo que se descubrían nuevos elementos químicos.
Tabla de elementos de Dalton, siglo XIX

Sin embargo, en paralelo al ámbito científico, la filosofía ocultista ha mantenido su visión del mundo en base a los cuatro elementos. Para la cultura esotérica occidental, la energía cósmica primigenia se manifiesta en cuatro diferentes niveles de concreción o, lo que es lo mismo, en los cuatro elementos tradicionales. A cada uno de esos elementos están asociados diferentes conceptos que reflejan los distintos niveles de concreción de la energía. Para entender mejor esto, vamos a echar mano de un sistema de representación del Universo muy usado entre los ocultistas: el Tarot. Y vamos a ver cada uno de los elementos por separado.

El Fuego. Representa el primer nivel de concreción, y está asociado a la luz, al calor, a la energía vital, y a la fuerza destructiva y a la vez regeneradora. En el ser humano, que es entendido como un Universo en miniatura, el fuego está asociado a la parte espiritual del individuo, al impulso creativo, a la valentía, la decisión y el entusiasmo. En el Tarot está representado por el palo de Bastos, o, lo que es lo mismo, por la rama seca de un árbol, que es fácilmente inflamable. El palo de Bastos de la baraja española, que es una variante popular del Tarot utilizada como juego de mesa, guarda gran similitud con esta simbología. Y en la baraja francesa, el equivalente es el Trébol, otro elemento de origen vegetal.
El Fuego

El Aire. Representa el segundo nivel de concreción, y está asociado al soplo de la vida. En el individuo encarna al pensamiento, a la comunicación, a la planificación, la imaginación y la inteligencia. Este blog se llama Los Archivos del Viento precisamente por eso, porque el viento es el fluir del aire, del pensamiento, e intenta ser un estímulo para la reflexión y para la revisión de ideas. En el Tarot y la baraja española está simbolizado por las Espadas, que se blanden en el aire, y, como armas que son, se asocian también al poder inmenso del pensamiento, que es el mayor arma que posee el ser humano. En la baraja francesa el equivalente está en las Picas, otro arma cortante.
El Aire

El Agua. Es el tercer nivel, y está asociado a todos los fluidos, y a las “aguas primigenias”, como decían los antiguos egipcios. En el individuo representa la parte irracional, inconsciente, visceral y a todo lo que tiene que ver con los sentimientos. De ahí se entiende que en la baraja francesa este elemento esté simbolizado por los Corazones, que en el Tarot y la baraja española equivalen a las Copas, que se asocian al líquido que contienen.
El Agua


La Tierra. Es el cuarto nivel de concreción, y está asociado a todo lo sólido y tangible, y que se puede percibir a través de los sentidos. En el individuo está asociado al propio cuerpo, a su crecimiento, y su alimento y su regeneración, y en la naturaleza está vinculado a los minerales y a los seres vivos. En el Tarot y la baraja española se simboliza en el palo de Oros, que en la baraja francesa equivale a los Diamantes.

La Tierra

Carl Gustav Jung, investigador y quintaesencia de este blog (jeje), también sintió interés por la simbología del Tarot, de origen posiblemente egipcio. Comparaba la conciencia con la parte visible de una isla, y la parte sumergida, cubierta por el mar, con el inconsciente individual y colectivo. Las cartas del Tarot, en la que están representados los dos universos, sirven para él de instrumento de comunicación entre ambos. Con respecto a esto nos dejó esta frase:

"Tu visión devendrá más clara solamente cuando 
mires dentro de tu corazón... Aquél que mira afuera, sueña. Quien mira en su interior, despierta."



Y les dejo con una primicia a nivel mundial. Se trata de un vídeo documental poético creado por mí mismo, el autor de este blog, y que estreno hoy, día 30 de mayo, con motivo del Día de la Comunidad Canaria. Se titula "Poema en Cuatro Elementos", y está inspirado en los paisajes de esta tierra de viento, agua y volcanes. 







Saludos.

martes, 24 de mayo de 2011

LA VIDA EN VERDE



Hoy el viento nos trae en forma de brisa el aroma de las flores y la hierba húmeda, y nos hace recordar que desde la noche de los tiempos hemos compartido el viaje de la vida junto a esos apacibles pasajeros a la vez que pilotos de la nave Tierra, que con su aparente silencio y con su disimulada mirada nos han estado siempre acompañando. Hoy nos adentramos en el reino vegetal.





Algas Marinas
Los vegetales llevan viviendo en el planeta posiblemente desde hace 2.800 millones de años. Pero no fue hasta hace unos 600 millones cuando empezaron a desarrollarse las primeras algas, las cuales, empezaron a colonizar la tierra seca unos 200 millones de años después. Y hasta hace unos 130 millones no aparecieron las primeras plantas con flores.

Fósil vegetal
Plantas con flores (por si alguien no se había dado cuenta)

El ser humano siempre se interesó por el reino vegetal como fuente de alimento o para uso medicinal, o incluso mágico. De esto último nos ha quedado constancia en el arte de la Antigüedad, en el que aparecen símbolos vegetales representados en los elementos arquitectónicos. Así, por ejemplo, en el templo egipcio de Sobek, dios de la vegetación y la vida, aparecen capiteles en forma de flor de loto, como símbolo del desarrollo espiritual. Y en los templos griegos, aparecen esculpidas hojas de acanto, planta espinosa usada como repelente de los malos espíritus.

Capiteles en forma de flor de loto en el templo de Sobek.
Hojas de acanto: espantando a los demonios del templo de Zeus

Teofrasto, filósofo verde.
Pero los primeros estudios serios sobre el reino vegetal no llegarían hasta el siglo IV a.C., con Teofrasto, un discípulo de Aristóteles, quien es considerado como el padre de la Botánica. A ella dedicó dos tratados que contienen un estudio conciso sobre las diferentes especies vegetales, sus tipos, distribución geográfica y aplicaciones prácticas.


Durante la Edad Media, destacaron los estudios de científicos musulmanes como el kurdo Abu Hanifah Ahmad (828-896) o el hispano andalusí Abbu al-Abbas al-Nabati, que introdujo técnicas de experimentación para el conocimiento de la plantas en su uso medicinal. Sin embargo, las copias de manuscritos hacían poco útiles los libros de botánica porque contenían errores en las ilustraciones y hacían irreconocibles muchos ejemplares.
Códice árabe con plantas medicinales
Con la aparición del libro impreso, esta dificultad se superó a partir del Renacimiento. También surgieron los primeros jardines botánicos, y el descubrimiento de nuevas tierras hizo que se iniciaran las expediciones botánicas en busca de nuevas especies agrícolas y medicinales.
El jardín botánico más antiguo está en Padua (Italia)

En el siglo XVII, el alemán Joachim Jungius fue el inventor del lenguaje científico, que permitiría que las diferentes especies fueran reconocidas por un nombre propio que evitara confusiones. Ello, junto a los estudios de John Ray, propició que el sueco Carl von Linneo, ya en el siglo XVIII, pudiera realizar una extensa y detallada clasificación basada en el sistema de reproducción de los vegetales. Y, en España, el valenciano Antonio José de Cavanilles fue el primero en utilizar el sistema linneano para clasificar las especies ibéricas y de la América Hispana.
Margarita para los amigos.

Lámina del catálogo de 
J.C. Mutis
En este siglo fueron también muy importantes las expediciones científicas como las de James Cook por el Océano Pacífico o de José Celestino Mutis en América del Sur, que abrieron el conocimiento hacia nuevas especies que ampliaron las fronteras de la ciencia botánica. Además, con la introducción del microscopio se pudo ahondar en la investigación sobre la estructura interna de las plantas, de sus células y la formación de sus tejidos.
Tejido vegetal

Entrados en el siglo XIX, la Teoría de la Evolución de Charles Darwin y los inicios de la Genética permitieron obtener una nueva explicación sobre la diversidad de las especies y su adaptación a diferentes medios. Y ya en el siglo XX se ha continuado con el desarrollo de la Genética y la investigación sobre la bioquímica de los vegetales. Pero, en los últimos tiempos, un nuevo campo de investigación, hasta ahora ignorado, se está abriendo paso dentro de la Botánica. Nos referimos al alma de las plantas, su inteligencia y su capacidad de pensar, destacando el trabajo de Stefano Mancuso, experto en la neurobiología vegetal, y cuyos descubrimientos han sido sorprendentes.
Stefano Mancuso, el "Freud" del Reino Vegetal

Los científicos están cada día más sorprendidos con el comportamiento de las plantas, han determinado que se pueden comunicar entre ellas, defenderse de los ataques de parásitos, dormir y también ¡tienen inteligencia!. Si entendemos la inteligencia como la capacidad de comunicarse, entender, aprender y solucionar problemas, resulta que de esto les sobra a las plantas. Bien es cierto que en el reino vegetal las reacciones se producen con mayor lentitud que en los animales, pero no por ello resultan menos eficaces. Según Mancuso: ”Las plantas son organismos inteligentes, pero se mueven y toman decisiones en un tiempo más largo que el del hombre”. Además, “hoy sabemos que tienen familia y parientes y que reconocen su cercanía. Se comportan de manera totalmente distinta si a su lado hay parientes o hay extraños. Si son parientes no compiten: a través de las raíces, dividen el territorio de manera equitativa”. También se ha descubierto que, en una selva, todas las plantas están en comunicación bioquímica a través de las raíces. En cada punta de las raíces existen células similares a nuestras neuronas y su función es la misma: comunicar señales mediante impulsos eléctricos, igual que nuestro cerebro. En una planta puede haber millones de puntas de raíces, cada una con su pequeña comunidad de células.

Del mismo modo se sabe que muchas especies, cuando son atacadas por animales, emiten unos compuestos químicos volátiles que son captados por sus congéneres y éstos, a su vez, generan las defensas químicas para protegerse de esos ataques.
Las acacias se comunican entre ellas emitiendo señales químicas.

Unos investigadores israelíes también han descubierto que las plantas ¡tienen visión de futuro! y que cuando detectan un crecimiento en los alrededores toman en cuenta la sombra que arrojará sobre ellas cuando crezca, para desarrollarse en otra dirección. En definitiva, son capaces de tomar decisiones en función de sus intereses.
Hiedra pensativa
Además, entre los hallazgos más sorprendentes de Mancuso está el de que ¡las plantas juegan!. Él mismo nos lo cuenta: “Filmé el crecimiento de unos girasoles, y se ve clarísimo cómo juegan entre ellos. Sí, establecen el comportamiento típico del juego que se ve en tantos animales. Tomamos una de esas pequeñas plantas y la hicimos crecer sola. De adulta tenía problemas de comportamiento: le costaba girar en busca del sol, le faltaba el aprendizaje a través del juego.”

Y ante todo esto, cabría preguntarnos si los seres humanos podremos ser capaces en un futuro no lejano de comunicarnos directamente con ellas, y, si fuera posible, ¿seríamos capaces de soportar sus reproches o sus insultos? (jajajá). De todos modos, la ciencia suele encontrar pruebas empíricas de lo que ya se sabía desde que el mundo es mundo. Las primitivas religiones animistas nunca han obviado que las plantas tienen espíritu y capacidad de entendimiento, y que realmente están en continuo diálogo con el resto de los seres vivos. Pero, aunque parezca que hemos perdido la capacidad de dialogar con ellas, existen muchas personas dotadas de una sensibilidad extraordinaria que son capaces de escucharlas y entender sus mensajes, como la poetisa española Rosalía de Castro, que nos dejó esta joya en verso:

Dicen que no hablan las plantas,
 ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
de mí murmuran y exclaman: “Ahí va la loca soñando,
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado”.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

¡Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños!,
sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?




Y les dejo con tres fragmentos de vídeo. El primero pertenece a un interesantísimo documental de televisión en el que se habla de la inteligencia de las plantas. El segundo muestra imágenes plantas de la selva de la isla de Borneo. Y el tercero es el vídeo-clip de la canción "Jardín", del conjunto mexicano Liquits, del año 2005.








Saludos.

sábado, 14 de mayo de 2011

LENI RIEFENSTAHL: ENTRE GRIS Y AZUL MARINO



Hoy el viento, con una mezcla de suave brisa y tormenta, nos trae el recuerdo de una de las cineastas más significativas del siglo XX. Fue durante gran parte de su vida un personaje muy controvertido que se ganó el odio de muchos por sus errores, pero también la admiración de muchos más por sus aciertos. Hoy hablamos de Leni Riefenstahl.

Helene Bertha Amalie «Leni» Riefenstahl nació en Berlín (Alemania), en 1902, en el seno de una familia de clase acomodada. De niña sintió atracción por la pintura, pero, siendo adolescente, se interesó por la danza, y se dedicó profesionalmente a ella hasta que una lesión de rodilla la obligó a apartarse de los escenarios. Esta circunstancia la llevó a probar suerte en el cine, y, a partir de 1924, intervino como actriz en varias películas del género conocido como “de montaña”, por desarrollarse en escenarios montañosos. Y ya en 1932 se estrenó como directora. Su primera obra, “Das Blaue Licht” (La luz azul, 1932), protagonizada también por ella y ambientada en el mismo género, pero con un toque de misterio, fue la primera película sonora rodada en exteriores, y alcanzó un gran éxito internacional.


Fotograma y cartel de "La Luz Azul"

Riefensthal junto a Hitler
Su talento no pasó desapercibido por el gobierno alemán, presidido por Adolf Hitler, quien le encargó la filmación de las reuniones anuales del Partido Nazi (NSDAP) en la ciudad de Núremberg. Surgió así la llamada Trilogía de Núremberg: Der Sieg des Glaubens (Victoria de fe, 1933), Triumph des Willens (El triunfo de la voluntad, 1934), Tag der Freiheit: Unsere Wehrmacht (Día de libertad: nuestras Fuerzas Armadas, 1935). Estas filmaciones, especialmente El Triunfo de la Voluntad, fueron todo un hito en el género documental, por la estudiada escenografía y por los medios técnicos utilizados, que incluían multitud de cámaras, equipos de sonido y hasta un dirigible para las tomas aéreas. A pesar de su contenido propagandístico fascista, es considerada una obra maestra en su género.

Fotograma y cartel de "Triunfo de la Voluntad"

Riefenstahl se ocupaba personalmente
del montaje de sus películas.
Posteriormente, en 1936, Riefenstahl recibió el encargo de filmar los Juegos Olímpicos que se celebraron en Berlín. Para esa ocasión, y bajo su dirección, se emplearon medios técnicos y formas de rodaje y postproducción pioneros para la época, y que marcaron estilo en las técnicas de filmación de encuentros deportivos: cámaras sobre rieles o ruedas, cámaras subacuáticas, cámara lenta, nuevos enfoques… El resultado fue un megadocumental de 4 horas titulado "Olimpia", y que fue estrenado en 1938.

Fotogramas de "Olimpia"

La colaboración de Riefenstahl con el gobierno nazi le hizo ganarse un estigma y una mala fama posteriores de los que nunca logró librarse del todo, y que, en gran medida, han sido siempre como una pesada losa sobre cualquier análisis acerca de su obra. Ella siempre reconoció que, en los primeros años de su mandato, sintió admiración por el Führer, como muchos compatriotas suyos, pero que su trabajo fue una obra hecha por encargo, y ella se limitó a cumplir con las cláusulas del contrato. De hecho, tras el inicio de la guerra, se negó a seguir trabajando para el gobierno.

Riefenstahl y colaboradores durante  el rodaje
de "Olimpia"
No obstante, al finalizar la guerra, llegaron tiempos muy difíciles. Fue detenida varias veces por las fuerzas aliadas, enjuiciada, encarcelada, y encerrada en un manicomio donde recibió “electroshocks”. Nunca se pudieron probar las acusaciones de colaboración con los nazis, y desde 1948 quedó absuelta de todo cargo, aunque todas sus propiedades ya habían sido confiscadas.

Los intentos de retomar su carrera cinematográfica fueron complicados, y en 1954 estrenó su última película "Tiefland" (Tierra Baja), un drama inspirado en la ópera del mismo nombre, y ambientado en Cataluña. Desde entonces, su trabajo se centraría en la fotografía. Al finalizar los años 50 comenzaría a viajar con frecuencia a África Oriental, interesándose por retratar a sus habitantes. Años después, y en compañía del camarógrafo Horst Kettner (40 años más joven que ella, y con el que mantendría un largo noviazgo), entablaría amistad con los Nuba, un pueblo del sur de Sudán, con los que convivió durante varias temporadas. Fruto de ello fueron numerosos reportajes fotográficos que publicaría en años sucesivos, y en los que destaca la belleza de los cuerpos humanos, y sus decoraciones sobre la piel.
Horst Kettner: "Ich liebe dich auch, Leni"

Riefenstahl en África




Fotografías del pueblo Nuba
Cuando contaba 72 años de edad, comenzó a interesarse por la fotografía submarina. Y después de obtener su diploma de buceo, se decidió a rodar escenarios subacuáticos. Posteriormente publicaría varias filmaciones y colecciones fotográficas sobre este tema. En el año 2002, y coincidiendo con su centenario, estrenó “Impressionen Unter Wasser” (Impresiones bajo el agua), un documental que idealizaba la vida bajo los océanos. Y falleció en 2003, con 101 años de edad, en Pöcking (Baviera, Alemania).

Cartel y fotogramas de "Impresiones bajo el agua"

Durante su larga y plena vida, Leni Riefenstahl fue una buscadora incansable de la superación tanto en lo personal como en lo artístico, y ni los reveses del destino ni la edad le impidieron emprender siempre nuevos retos. Fue una trabajadora meticulosa y disciplinada, y toda su obra artística, pionera e innovadora en muchos aspectos, está impregnada de todo este carácter. Fue siempre muy criticada por su oscuro pasado, del que nunca renegó ni se escondió, pero pocos pueden negar que su obra, muy reconocida y premiada, por cierto, tenga un lugar destacado en el Olimpo de la creación artística. En sus memorias dejó escrito:

“Siempre anduve a la búsqueda de lo insólito, de lo maravilloso y de los misterios de la vida.”



Y les dejo con tres fragmentos de vídeo que muestran parte de la obra de esta genial artista alemana. El primero es un fragmento de “Olimpia” (1938). El segundo es un fragmento del documental "Leni Riefensthal: un sueño de África", dirigido en el año 2000 por Ray Müller. Y el tercero es una secuencia de “Impresiones Bajo el Agua” (2002).








Saludos.
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